Esta historia empieza en cuando a un viejo maestro le surgió la
idea de enseñar a uno de sus alumnos los secretos para vivir una vida prospera
y feliz, el maestro pensaba que para aprender esta lección debía ver por si
mismo lo que sucede cuando permitimos que la mediocridad gobierne nuestra vida.
Por esta razón el maestro decidió ir a uno de los vecindarios más pobres y
encontrar la más pobre de todas las viviendas.
Al encontrar la casucha a punto de derrumbarse, donde se filtraba el
agua por todas las partes, el maestro y su alumno se sorprendieron que en
apenas diez metros cuadrados el padre, la madre, cuatro hijos y dos abuelos se
las arreglaban para vivir de cualquier manera. El único y objeto de valor que poseía
esta familia era una “vaca”, alrededor de la cual giraba la vida de esta familia.
El maestro y su alumno les pidieron quedarse esa noche allí,
al amanecer el maestro degolló a la vaca con la ex
cusa que eso sería de beneficio para la familia; el alumno muy preocupado por la familia se lamentó y quejó con el maestro por varios meses.
Al cumplir un año de lo sucedido el maestro invitó a su
alumno a visitar a la misma familia y a ver el resultado de su sangriento acto.
Al reconocer al señor que les había dado hospedaje el año anterior lo vieron
muy feliz y próspero. Ahora poseía una nueva casa, vestimenta nueva, y una
granja.
Al verse sin su vaca, que era la que les servía para
sobrevivir, tuvieron que ingeniarse otras formas de trabajo y de ingreso,
tuvieron que imaginar, crear y actuar.
Al hacerlo, lograron ya no solo sobrevivir, sino prosperar con
abundancia.
Muchas veces por depender de solamente lo que vemos, no somos
capaces de descubrir todas las capacidades y fortalezas que tenemos para ser,
hacer y tener lo mejor.